Si hojeas una revista de interiorismo y decoración, al margen de los anuncios, ¿cuántos televisores ves en las estancias? ¿Y en los bocetos de los proyectos? La respuesta es “muy pocos”, por no decir ninguno. ¿Qué significa eso, que a esos profesionales no les gusta ver la tele o, más bien, que el televisor, aunque saben que su presencia será inevitable en la práctica, no encaja, para nada, en el equilibrio que han creado en ese espacio?
El diseño de interiores tiene como objetivo crear ambientes armonizando formas, materiales, colores y texturas, como si de creaciones de alta costura se tratase, pero hay algunas imposiciones estéticas que son difíciles de sortear: columnas, ventanas, puertas y también, cómo no, los electrodomésticos.
Todos sabemos, por ejemplo, que en una cocina no pueden faltar frigorífico, lavavajillas, horno, microondas, cafetera, robot… y cuentan ya con múltiples soluciones para integrarlos, aún en espacios muy pequeños. Por otro lado, al tratarse de un espacio más “privado”, hace que el papel estético de esos elementos sucumba a su funcionalidad.
Revista AD, Architectural Digest
Pero, ¿qué ocurre con el salón, pieza estrella en la mayoría de las viviendas? El espacio preferido para el ocio, la conversación, la lectura… y, por qué no decirlo, para seguir las noticias, ver el partido o una película a través del televisor.
Ahí encontramos otra recurrente imposición estética: la pantalla del televisor, con su geometría inconfundible, color negro, siempre presente, incluso cuando no está conectada y, por tanto, no está cumpliendo ninguna función.
Raras veces ese televisor tiene que ver con la narrativa que se pretende expresar en los diferentes estilos, ya sea en proyectos de ámbito residencial, como también hotelero o comercial y, particularmente, en todos aquellos proyectos con un estilo y carácter muy marcado, donde la inversión estética es más que notable.
Si dejamos el salón y nos vamos a las habitaciones, al dormitorio, el conflicto generado por la pantalla del televisor ultrapasa, incluso, la dimensión estética. En el momento de organizar el espacio y sus elementos principales: puerta, ventana, cama, armario/vestidor, butaca… a la hora de ubicar el televisor surge un nuevo conflicto porque, además de la mancha negra que la pantalla dibuja en la estancia, está el factor de la correcta visualización del dispositivo desde la cama, obligando a soluciones que condicionan la distribución del resto de elementos y fuerzan, incluso, a “extrañas” alternativas colgantes.
Revista AD, Architectural Digest
Diseñadores e interioristas manifiestan abiertamente su inquietud por el papel que juega la pantalla del televisor y la forma en que desmerece sus proyectos. Por ello, como apuntábamos al principio, no es de extrañar que publicaciones especializadas, revistas, catálogos, libros y webs destinadas a interiorismo muestren imágenes con creaciones de escenarios posibles donde optan por hacer desaparecer la pantalla de la escena, como por arte de magia, porque afecta a la estética y desprestigia la comunicación. ¿Cierto, no?
¿Qué cara crees que se les pone a estos profesionales cuando entran en una estancia con la pantalla espantosamente colgada de una esquina de la estancia mediante un soporte móvil, renunciando a la amplitud de pulgadas, o con una enorme televisión presidiendo la estancia y todos los muebles apuntando hacia ella?
No importa lo caros y exclusivos que hayan sido los muebles, el esmero que se haya puesto en el diseño, la cuidada elección de los textiles, la iluminación… Al final, lo que va a quedar en tu retina es la mancha negra del televisor irrumpiendo en cada estancia “como un pulpo en un garaje”, echando al traste toda la armonía inicial del proyecto.
Para contrarrestar esos efectos, existen diferentes técnicas para integrar de un modo más discreto la pantalla, algunas mejor resueltas que otras, aunque todavía incompletas. También hay disponibles mecanismos aparatosos de ocultación, eso sí, poco elegantes o con inconvenientes funcionales.
El contacto continuado con los profesionales de la decoración de interiores, la escucha atenta de los deseos de los clientes y nuestra experiencia sobre el terreno dan como fruto el desarrollo de soluciones que contribuyen eficazmente a resolver los conflictos de la tiranía estética que hemos constatado: el espejo con televisión integrada, una forma sorprendente, discreta y elegante que restablece la armonía en los proyectos más exigentes.
Oculting se convierte así en tendencia, con soluciones que ofrecen libertad de creación a los profesionales del sector resolviendo, con múltiples posibilidades, las distintas situaciones para que las creaciones de diseño interior sean completamente holísticas.